sábado, 6 de octubre de 2012

La prima de riesgo

 
Hace ya cuatro años que aprendí que la prima de riesgo no era esa parienta casquivana que se fue a vivir a París a los dieciocho años con un señor que le doblaba la edad. Y hace poco que me he dado cuenta de que la prima de riesgo no es sólo un concepto económico difuso que se lleva nuestros ahorros o nuestro trabajo. La prima de riesgo es el vendaval que se nos está llevando una manera de ser y estar, una manera de vivir, es una ruptura en nuestro camino personal hacia la incertidumbre. Es poner prioridades antes que deseos, administrar la necesidad de tantas cosas: los estudios de los hijos, las vacaciones. Es un con qué nos quedamos.
Dejamos atrás una época dorada para adentrarnos en la oscuridad de lo desconocido. Ésta ya no es sólo una mala época para la lírica, se ha convertido en una época de búsqueda del eslabón perdido: ¿qué hicimos mal?, ¿qué voy a hacer?, ¿o qué podré hacer cuando me jubile en el futuro?

Mientras nosotros nos hundimos, los vasos comunicantes de la economía hacen milagros. La economía de aquellos países que creíamos subdesarrollados no para de subir, la gente abandona el país buscando -en sitios que no sabían muy bien dónde estaban- una oportunidad, y los que vinieron se preguntan quién les engañó. En este momento veraniego, hay que empezar a pensar lo que vamos a hacer como país en septiembre. Las cosas están en un punto de un posible no retorno.


 

Genial Leonard Cohen


Una vez más, Leonard Cohen me dejó fascinado por sus canciones, por sus poemas, por su manera de recitar y de cantar en el Palau Sant Jordi. El concierto demostró que somos muchos los que le acompañamos en su ya largo devenir. Su voz de profeta herido crepitaba como centro de unas melodías excepcionalmente interpretadas por unos músicos que constantemente las recrean. Siempre sorprende descubrir que Cohen reinventa sus viejas canciones y les da un nuevo significado: no es lo mismo oír a Cohen interpretando en los ochenta Night comes on que ahora, a sus 78 años. En Cohen lo absurdo tiene sentido, su voz viste lo imposible, crea una adicción indescifrable. Tras tantos años oyendo sus canciones, sorprende siempre descubrir un nuevo matiz desconocido de la letra o la música. Esta vez fue el violín de Alexandru Bublitchi, sustituyendo a Dino Solo, el que llenó los claroscuros de su voz, y un excelente Xavier Mas supo, una vez más, dejar al público rendido en sus solos de guitarra. Como dice Cohen en una canción, "la noche fue tranquila, muy tranquila".
05/10/2012 . La Vanguardia. Robert Álvarez Sastrehttp://www.lavanguardia.com/participacion/cartas/20121005/54351647745/genial-leonard-cohen.html